Historias sepultadas

Son pequeñas historias de gentes dignas, de esperanzadoras respuestas a atropellos sin cuento, de abusos cotidianos, de tropelías que intentan destruir, y lo consiguen, el orden natural de las cosas, la naturalidad de las relaciones humanas, los pilares de la civilización que viola una y otra vez el poder del dinero.

Son sepultadas todas estas historias por el monotema catalán. Reconocemos nuestra parte de culpa por haber participado en este absurdo pugilato que se lleva por delante afectos, amistades e historias personales. Tengo para mí que el asunto, el terrible asunto, no es más que una cortina de humo para hacer imperceptibles las continuas vueltas de tuerca con que nos joden la vida.

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Una de estas pequeñas historias, o quizá no tanto por el grato crecimiento de sus dimensiones, la situamos en Murcia, donde se vive uno de los capítulos más increíbles que uno alcance a recordar. Mientras la caduca y corrupta progresía oficial quedabien se alarma -con razón- de las intenciones asilvestradas de Trump o afea la conducta egoísta del secesionismo catalán -que también-, resulta que, para que el AVE alcance la capital murciana, se pretende construir ¡UN MURO QUE PARTIRÁ LA CIUDAD EN DOS!, sin exposición pública, ni estudio de impacto ambiental, que transcurrirá a 80 centímetros de algunas viviendas de Los Garres y que sólo coincide en un 18 por ciento con el genial proyecto ideado por quién sabe qué lumbreras.

Los ciudadanos llevan casi tres semanas luchando por el soterramiento de las vías y contra el despropósito que arruinará negocios y aun la vida de las gentes, que habrán de practicar la especialidad de pértiga para, batido el record del mundo en un solo intento, sortear los cinco metros de ese hormigón de la vergüenza del que nadie parece querer hablar.

Dicen que se han producido las mayores manifestaciones de la historia de la ciudad -y no las ha habido pequeñas- para detener ese disparate que, según aseguran, ya se encuentra en manos de la Fiscalía, si es que tal cosa pudiera resultar provechosa.

Es una de esas historias sepultadas por el monotema perpetuo. Tiene en pie de guerra a una ciudad, como ayer lo fue Linares y tantos lugares que no se resignan a quedar sepultados por los furiosos estandartes que se escupen en su acometida los incansables patriotas de uno y otro lado del Ebro, incapaces de ver que les imponen la secesión quotidie, ante de sus propias narices, mientras ellos se matan por un miserable pedazo de tela que acaban de rescatar del baúl.

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